Los halagos
Introducción
Este blog quiero que me ayude a expresar mis inquietudes
pensamientos, ideas, descubrimientos, sentimientos, etc.
No voy a ser nada ordenada, y quiero que lo que escriba fluya sin muchos filtros, salvo los imprescindibles para que se entienda, y no termine por ser una retahíla inconexa.
El título " solo para majaretas " es un guiño al Lobo Estepario en las"Anotaciones de Harry Haller", Sólo para locos.
Los halagos
Al oir las consideraciones sobre los halagos de la CNV, he reflexionado sobre este tema, y he descubierto la razón del malestar que a veces estos han desencadenado en mí.
Los halagos son la expresión de un juicio, y de ellos se suele aprender muy poco. Es verdad que sería bueno escuhar de los otros, en que lo hemos ayudado, a qué necesidad respondimos, cómo fue, en qué circunstancias. De esa forma alumbrarían nuestro camino.
Los recuerdos mejor guardados son aquellos en los que las personas que me gratificaron con sus palabras siguieron ese guión.
Pondré don ejemplos que me son muy significativos.
1º EJEMPLO: "La fuente de gambas"
Era una noche de verano, varios matrimonios tomaban unas raciones en un chozo instalado en la arena de "nuestra playa", digo nuestra porque no era el mar lo que teníamos delante sino un río en su desembocadura, donde solían ir a ver la televisión. Los niños jugábamos casi en la orilla. Recuerdo la luces de los barcos reflejadas en el agua.
Trajeron una fuente de gambas, y los chiquilos de cuando en cuando abandonaban el juego para ir por tan preciado manjar, corrían después para reanudar lo que habían dejado.
Mi madre me llamó, yo me acerqué y me dio una que yo cogí agradecida. Pero mi agradecimiento fue mayor cuando ya en casa me dijo: -¡Qué bien te portaste en la playa! Los otros niños metiendo las manos en los platos, y tu esperabas que yo te llamara.
Me sentí única. La verdad no recuerdo que me advirtieran previamente sobre el comportamiento a seguir y yo lo había hecho instintivamente, abstraida por el juego, pero al subrayarlo después mi madre, me sentí muy orgullosa y aprendí.
2º EJEMPLO: "El hombre del mono azul"
Muchos años después, estaba con una amiga en un bar de mi pueblo tomando café.
Yo había ejercido la carrera de maestra es esa localidad casi todo el tiempo, excepto periodos pequeños, y muy al principio.
A veces cuando voy por la calle, ahora que estoy jubilada, muchos de los transeúntes estuvieron en mis aulas, me siento poseedora de un rico y singular caudal: las imágenes de infancia y adolescencia de muchos de ellos, adultos ya.
Pero volvamos al bar. Al ir a pagar el camarero me indicó que la consumición esta abonada. -Ha sido aquel hombre de la barra.
En la barra había dos hombres con monos azules, conversando animadamente. Me los imaginé en el descanso del café de media mañana.
Me acerqué a dar las gracias.- ¿No se acuerda usted de mí?Fui alumno suyo hace ya muchos años.
Efectivamente el tiempo había desdibujado aquel rostro adolescente que me vino a la memoria alzándose victorioso sobre aquel otro del presente -¡ Claro que me acuerdo!.
Entonces me relató un incidente que vivimos cuando yo era su maestra. Que no había olvidado, y según él dejó una profunda huella.
Durante un recreo habían desaparecido 200ptas de la recaudación de las cuotas semanales para la excursión final de curso.
Parece ser, que al quedarse sola el aula, alguien aprovechó ese momento para hacer el robo.
Como tutora de la clase, hice sin éxito las indagaciones correspondientes. Mis sospechas cayeron en un alumno, cuyo comportamiento hacía tiempo me preocupaba.
Antes de registrar las maletas le pedí a ese alumno que me acompañara al cuarto de materiales para guardar unos libros que él portaba.
Al entrar en aquel despacho cerré la puerta y después de guardar los libros, él me recordó que le dije: -La cantidad es insignificante lo importante es lo que tu hagas ahora. Todos podemos tener un mal pensamiento, pero si devuelves lo que has cogido, ponlo aquí en este cajón, cuando nadie te vea, le señalé el primer cajón de una mesa de profesor donde yo solía guardar lápices y cuadernos, esa acción será de gran valentía y la recordarás con orgullo toda tu vida.
Aquella tarde cuando fui a guardar un libro, abrí el cajón y allí estaba, debajo de unos cuadernos, una bolsita de plástico con las 200ptas.
Nunca comenté lo ocurrido con mis compañeros, los alumnos recibieron con regocijo la aparición del dinero y no mostraron mucho interés por los detalles.
Pero la mayor sorpresa me la estaba llevando en ese momento cuando aquel hombre de mono azul me recompensaba con su agradecimiento los sinsabores que mi profesión me había dejado y me reconciliaba con mi forma de proceder tantas veces por mi injustamente valorada.
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